sábado, 28 de julio de 2012

Quien no se consuela...


Estoy en el parque leyendo revistas de cotilleo. Un buen plan, si tenemos en cuenta que el otro era estar en casa leyendo revistas de cotilleo.
Los cuernos del capullo de Adrimbécil me han tenido tan… hecha un asco que me he perdido mogollón de rupturas de famosos y créeme, en estos momentos es justo eso lo que necesito leer: gente guay a la que su pareja, que es menos guay, ha engañado con gente que ya no es nada guay.
Primer ejemplo: Vanessa Paradis. ¿Cómo puede nadie, y menos un gilipollas que se pinta los ojos, dejar a Vanessa por una tontarra como Amber Heard?
Segundo ejemplo: ¿En serio la sosi-pava de Kristen Stewart cree que va a encontrar a otro que la aguante que no sea el sosi-pavo de Robert Pattinson? ¿¿¿¿No sabes a qué me refiero???? ¡Le ha puesto los cuernos con el director de la peli esa de Blancanieves! ¿Esta tía está tonta o qué? Si al menos hubiese sido con el cazador…
Tercer ejemplo: no tengo tercer ejemplo de ruptura. Ya, ya sé que he dicho “mogollón de rupturas de famosos”, siempre he sido muy de exagerar.
Pero podían haberme pasado otras cosas horribles:
Primer ejemplo: podría estar en la playa con mi novio (no, no podría porque no tengo) (pero imagina que tengo y estoy en la playa con él) (pero no con Adrimbécil, imagínate a otro novio) (uno que no sea un cabrón y un traidor y un…, no esto no va bien…).
Vale, imagina que estás en la playa con tu novio y se te cae la braguita del bikini y te sacan fotos con el culo al aire (sí, ha pasado: a las revistas de esta semana me remito). Eso es peor que lo de Adrimbécil.
 O… y esto si que es terrorífico, imagina que te preguntan: “¿El peor bicho que te ha picado en la playa?”, pregunta de las sencillas, nada de capitales de países ni monedas de curso legal ni fechas de guerras civiles. Y tú, que eres una actriz española monísima de la muerte, contestas: "Una araña en el campo". ¡Venga ya, no se puede ser tan tonta! (sí se puede, es obvio, pero me sorprende).
Después de dos horas de leer revistas de cotilleos me siento un poco mejor: no me ha dejado un pirata ni un vampiro (sólo un imbécil normal y corriente), no se me ha visto el culo y no he dicho una estupidez que haya sido publicada.
Quien no se consuela es porque no quiere ;-P

  

miércoles, 25 de julio de 2012

Fuera cosas de Adrimbécil


Vivo a medio camino entre la rabia y la tristeza.
Prefiero la rabia, es mucho más creativa y gratificante. La tristeza sin embargo me aturde.

Estado “tristeza extrema”.
Tengo que dejar de oler la ropa de Adrián. Cómo no se la lleve pronto soy capaz de montar un altar... Huele tan bien...
Vale, voy a mandarle un email:
Adrián, necesito que vengas a por tus cosas cuanto antes. Gracias.

Estado “rabia profunda”.
¿Será posible que no me haya contestado al correo?
Ea, otro email al canto:
Adrimbécil, cansada de esperar. Te dejo tus cosas en la acera. Capullo.

Y como soy una chica de acción, voy a empezar a sacar sus cachivaches ahora mismo. Por la ventana, claro, que para eso está.


lunes, 23 de julio de 2012

Los consejos de Lili

o "No te fies de tu peluquera si la ves hablando por el móvil al tiempo que te alisa el pelo"

—Escucha lo que acabo de leer en una revista —me dice Lili por teléfono—: “Es bueno maquillarse y pintarse aunque sea una rayita en el ojo, te sientes más guapa y sales a la calle con más seguridad”. ¿Te has pintado?
—No —consigo decir mientras sujeto el teléfono con el hombro y continúo alisando el pelo a una chica que es el equivalente a David Bisbal en femenino. ¿Cómo me voy a pintar, si tengo los ojos tan irritados que el agua me escuece?
—Mal —la oigo pasar hojas—. Y no estarás pensando en echarte novio tan pronto, ¿verdad?
—Qué va —¿novio? No pienso estar con el mismo chico más de cuatro días.
—Bien. La revista dice que “cuando tienes las riendas de tu vida, no necesitas que nadie te mantenga, eres una mujer que te diviertes sola y tienes muchísimos amigos”. ¿Cómo vas de eso?
—Pse —regular; de amigas mejor. Pero la idea me gusta: una mujer sola que se divierte con muchísimos amigos, como Sam en Sexo en Nueva York… No tan guarra, claro.
—Bueno, ya lo solucionaremos. Puedo presentarte a un par de amigos de JC, y si estos te presentan a otro par al final puedes conocer… —guarda silencio y casi la oigo hacer cálculos mentales; cómo no tenga una calculadora cerca puede tardar semanas…— a muchos —concluye—. Y nada de lamentarse: “no llores el pasado y disfruta cada minuto. Cada día es un regalo”
Mmm…, ya…, eso me resulta un poco difícil ahora mismo, con este pelo horroroso entre las manos. No consigo ver el regalo por ningún sitio…
¡Oh!
¡Mierda, huele a quemado!
¿Dónde está la laca? ¡Necesito algo para disimular el olorcillo!
—Lili, tengo que colgar —le digo—. Gracias por las frases, me gustan. Luego te llamo.
—Vale. Es que cuando he leído la entrevista a Carmen Lomana, me he dicho: tiene mucho en común con Emma.
—¿Carmen Lomana? —¡venga ya! —¿Eso es de Carmen Lomana? ¿La tipa esa pija de miles de años? —¡y ahora el pelo empieza a echar humo! —. ¡Lili, no me lo creo! ¿Qué tiene esa mujer en común conmigo?
—Ya sabes, las dos pasáis mucho tiempo en una peluquería, os gusta ir de tiendas, estáis solteras, y…
Voy a colgar. No es que me estén dando ganas de matarla, que sí, es que me parece que necesito a los bomberos.
Es este pelo: ¡está ardiendo!

domingo, 22 de julio de 2012

Puede que me lo piense...


Después de la sinceridad de Adrimbécil, totalmente innecesaria y que, analizándola a posteriori con Lili, mi mejor amiga, es obvio que rozó la crueldad (¡¡¡por favor, un poquito de disimulo!!!), me he pasado dos semanas sin noticias suyas. Y llorando, sí. No todo el rato, pero casi.
El lunes pasado, cuando las cosas parecían mejorar y el pozo en el que había caído tras la ruptura-cuernos-humillación-putada simulaba no ser tan profundo, me encontré el puñetero mensaje en mi muro de Facebook:

Emma, amor mío, podrás perdonarme?

—¡Ni de broma! —le dije a Lili.
—¡Ni de broma! —me contestó.

—Puede que me lo piense… —le comenté el martes.
—Es un mal bicho —me pasó unos pañuelos de tela—. Y sécate las lágrimas con esto, que te estás desollando viva.

—Quizás quede con él —le dije el jueves de pasada—. Sólo para ver que tiene que decirme.
—¡No! —gritó Lili con cara de espanto—. ¡No pienso dejarte! ¡Me vendré a vivir contigo si es necesario y abandonaré a JC! ¡No, me traigo a JC y nos encadenamos a ti hasta que pase el peligro! ¡Que ese tío es un imbécil! ¡¡¡Emma, que es Adrimbécil!!!

El viernes Adrimbécil me dejó otro mensaje en el muro de Facebook:

Emma, olvídame. Con Elena soy muy feliz. Espero que tú también lo seas.

¡Será cab**n!
¡Y vaya mierda de pañuelos me trajo Lili, que con un par de lágrimas ya tengo que lavarlos! ¡Que asco, por Dios!

miércoles, 18 de julio de 2012

No es lo que parece

       ¡Es peor!

Hace dos semanas se fue la luz en la peluquería. Eran las cuatro de la tarde y Jean Pierre, después de comprobar que el apagón no era generalizado sino que se habían fundido los plomos, llamo al electricista  (“uf, esto tiene mala pinta”, exclamó al entrar; “uf, muy mala, sí”, confirmó cuando vio el panel de la luz; “uf malísima” matizó al pasarle a Jean Pierre el presupuesto de reparación).
Mi jefe nos dio el resto de la tarde libre y yo, que soy tonta de remate, en vez de irme de rebajas con mi mejor amiga fui a buscar a mi novio al trabajo.
Él es consultor de algo: hace esto y aquello y dice que sí o que no y le pagan. Cuando llega julio tiene jornada reducida y sale a las cuatro y media.
A las cuatro y veinticinco estaba esperándole en la acera de enfrente de su despacho. A las cuatro y veintinueve llegó una chica pelirroja y se paró junto al portal. A las cuatro y treinta y uno mi novio salió por la puerta. A las cuatro y treinta y uno y un segundo la pelirroja estaba colgada de su cuello besándolo como si estuviese poseída por el espíritu de Pamela Anderson. A las cuatro y treinta y dos me acerqué, agarré a la pelirroja por los pelos y la separé del cerdo de mi novio.
—Emma, cariño, no es lo que parece —me dijo Adrián.
Esa frase me calmó. Aunque había muchos indicios de que me estaba poniendo los cuernos, igual la tipeja esa se había escapado de un psiquiátrico y se había abalanzado sobre el primer chico que había visto. O quizás era su prima y se saludaban así desde pequeños. O puede que fuese una alucinación, que en Madrid estábamos a 40 grados a la sombra. O incluso…
—La verdad es que estoy enamorado de ella —me soltó—. Se llama Elena —se volvió hacia la pelirroja y la cogió de la cintura—. Ella es Emma.
¡Y encima me la presenta!
            ¡Hay que joderse! 

lunes, 16 de julio de 2012

Va a ser que no



Después de pensarlo mucho…, pues no.
¿Cómo voy a perdonarlo si por su culpa tengo hasta una erupción debajo de los ojos? Como no se me quite lo demando por daños morales. Y a estos pañuelos de papel también, que de suaves tienen lo mismito que el papel de lija.
Ea, al muro del Facebook del imbécil de mi ex que va.

“Que te perdone tu madre”

Ni un taco, eso sí, que a educada no me gana nadie.
Por cierto, el imbécil en cuestión se llama Adrián.


Armada y cabreada



Lunes por la mañana.
¿Hay algo peor?
Sííííííííí, mucho peor.
Encontrar este mensaje en el muro de Facebook:

Emma, amor mío, podrás perdonarme?

escrito por el imbécil de mi ex.
¡No me lo puedo creer!
¡¡Claro que no puedo perdonarle!!
Así que ojito hoy conmigo: voy armada (*) y estoy muy cabreada.

(*) A saber: tijeras, secador, planchas del pelo, cuchillas, pinzas y laca de la chunga.



sábado, 14 de julio de 2012

Capítulo primero

        Hola, me llamo Emma y... 

          —Sólo las puntas —dice la chica morena. Le miro la mata de pelo que le roza la cintura y asiento con la cabeza—. Pero las puntas solamente —insiste. Vuelvo a asentir y le ayudo a ponerse la bata blanca—. ¿Sabes a lo que me refiero?
—Las puntas, sí —y la acompaño hasta el lavabo.
—No, en serio, es muy importante. Sólo las puntas —se gira y me mira.
—De acuerdo ¡qué hartita estoy de ser peluquera, pero qué hartita!
—Medio dedo como mucho —me aclara mientras se sienta y echa la cabeza hacia atrás.
—Aha —abro el grifo del agua.
—O menos de medio dedo, que igual eso es mucho.
—Mmmm… —miro alrededor y veo a Jean Pierre, mi jefe, observándome con interés. Qué asco: si la estrangulo con la manguera del grifo seguro que me despide.
—Aunque no creo que necesite tanto, igual con un cuarto de dedo…
—O un quinto, que tienes un pelo sanísimo —le digo, un poco ya hasta las narices—. De un sano que asusta.
—Lo sé —responde orgullosa—. Y eso que no me lo corto desde hace un año, pero uso mascarillas y…
—¿Un año? Vaya, nadie lo diría —había calculado veinte...
—Siempre he tenido un pelo muy bueno —contesta orgullosa—. Yo creo que se autorrepara o algo así.
Ya, ya, ya… Un pelo con superpoderes. De estos veo al menos seis o siete a la semana.
—¿Y por qué te lo quieres cortar? —le pregunto mientras le enrollo la maraña autorregenerativa en la toalla. Todas las flipadas me tocan a mí. ¡Qué mala suerte tengo, por Dios!
La chica morena guarda silencio unos instantes y se echa a llorar.
Alex me mira; yo elevo los hombros en un gesto de ignorancia y niego con la cabeza.
—Mi novio… el muy cabrón… me ha dejado…—consigue decir entre sollozos. Se seca los ojos con la manga de la bata y eleva el mentón con valentía—. Y necesito un cambio radical.
Oh…
—Pero no muy radical: sólo las puntas —dice, recuperada la compostura.
Joder.
Que mierda…
Ya estoy llorando otra vez…
Me llamo Emma y mi novio también me ha dejado.